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Diversas reflexiones

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Atracciòn o rechazo

30 agosto, 2015

 

 

Atracciòn o rechazo

¿Por qué atraemos a cierta gente y rechazamos otra?

Cuando estamos dispuestos a aceptar los lados luminoso y oscuro de nuestro ser, podemos empezar a curarnos y a curar nuestras relaciones.

Tú y yo somos lo mismo. Todos somos espejos de los demás y debemos aprender a vernos en el reflejo de las demás personas.

A esto se llama espejo de las relaciones. Todos somos inevitablemente parte de la misma conciencia universal, pero los verdaderos avances tienen lugar cuando empezamos a reconocer esa conexión en nuestra vida cotidiana.

Las relaciones son una de las maneras más efectivas para alcanzar la unidad en la conciencia. Piensa en la red de relaciones que mantienes: padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, relaciones amorosas. A través del espejo de las relaciones, de cada una de ellas, descubrimos estados prolongados de conciencia.

Tanto aquellos a quienes amamos como aquellos por quienes sentimos rechazo, son espejos de nosotros. Sentimos rechazo hacia las personas que nos reflejan las características que negamos en nosotros. Si sientes una fuerte reacción negativa hacia alguien, puedes estar seguro de que tú y esa persona tenéis características en común, características que no estás dispuesto a aceptar. Si las aceptaras, no te molestarían.

Cuando reconocemos que podemos vernos en los demás, cada relación se convierte en una herramienta para evolución de nuestra conciencia. La próxima vez que te sientas atraído por alguien, pregúntate qué te atrajo. ¿Su belleza, gracia, elegancia, autoridad, poder o inteligencia? Cualquier cosa que haya sido, sé consciente de que esa característica también florece en ti. Lo mismo se aplica a las personas hacia las que sientes rechazo.

La naturaleza esencial del Universo es la coexistencia de valores opuestos. No puedes ser valeroso si no tienes a un cobarde en tu interior; no puedes ser generoso si no tienes a un tacaño; no puedes ser virtuoso si no tienes la capacidad para actuar con maldad. Gastamos gran parte de nuestras vidas negando este lado oscuro y terminamos proyectando esas características oscuras en quienes nos rodean. Un encuentro con una persona que no te agrada es una oportunidad para aceptar la paradoja de la coexistencia de los opuestos; de descubrir una nueva faceta de ti. Es otro paso a favor del desarrollo de tu ser espiritual.

Todos somos multidimensionales, omnidimensionales. Todo lo que existe en algún lugar del mundo también existe en nosotros. Cuando aceptamos esos distintos aspectos de nuestro ser, reconocemos nuestra conexión con la conciencia universal y expandimos nuestra conciencia personal.
Una vez que puedas verte en los demás, será mucho más fácil establecer contacto con ellos y, a través de esa conexión, descubrir la conciencia de la unidad. Éste es el poder del espejo de las relaciones”.

Deepak Chopra.

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El Limpia parabrisas

20 diciembre, 2014
El Limpia parabrisas

Eran cerca de las once de la noche. Hacía algunos minutos había dejado a mi novia en su casa. El alto me tocó en el semáforo de Plásticos Róbelo.

Una persona caminó hacia el vehículo e inmediatamente puse el seguro. Era un joven con el rostro sucio que blandía en su mano derecha un trapo pretendiendo limpiar el parabrisas… Dije que no sin mucho entusiasmo. El insistió y mi paciencia se agotó, sentí que la sangre se me subía a la cabeza y baje el vidrio de mi ventana y encaré al joven casi gritándole: ¡Ya te dije que no!.

La primera apariencia que me dio fue hule pega, sin embargo al fijarme detenidamente en su rostro observé que estaba sucio, pálido y con una expresión de tristeza. Con ese trapo tan sucio dije más bien me vas a ensuciar el vidrio.

Él bajo su cabeza y guardó silencio. La actitud humilde del joven me impactó.
Me sentí incomodo y para tratar de suavizar la situación le dije: Porque no te compras una palita limpia vidrios y así das un buen servicio. Es que no tengo dinero respondió con voz suave que parecía un murmullo. Bueno pues ahorra y cómprate uno le respondí. Levantó los ojo y me dijo: Esta bien señor.

El incidente, quizás por ser algo tan frecuente en nuestra capital, se me olvido. Pasó el tiempo y una noche, en el mismo semáforo un joven con el cabello al viento y con una sonrisa contagiosa se me acercó alegremente y me preguntó: Ahora si señor me deja limpiarle el vidrio.

El joven lucía radiante, como si un rayo de felicidad iluminara su vida. Quedé unos instantes impávido, hasta que logré reconocerlo. Era el mismo joven de aquel incidente.
Ahora estaba limpio y blandía en su mano derecha una palita de esa con que limpian vidrios.
Mire Don, agregó el joven, le hice caso, ahorré y me compré mi limpiador, ahora me va muy bien. Una carcajada brotó desde mi corazón, era la exhumación de culpa por mi altanería de algunos meses atrás. Por su puesto respondí y el joven de forma eficiente limpió el parabrisas. Le pagué por sus servicios y el agradeció gentilmente.
En la noche repasé los acontecimientos. Ese joven no tenía recursos ni esperanzas. Pero la necesidad y la voluntad de salir adelante bastaron para asirse de una posibilidad: cambiar su trapo sucio por un instrumento más eficaz y así mejorar sus ingresos. Se esforzó y lo logró.
Cuántas veces, me pregunté, muchos de nosotros con más recursos y más estudio, nos hundimos en el desánimo y caemos en el abandono y negligencia.
Ese joven sencillo, pobre y quizás analfabeto me mostró, con su ejemplo, la luz que muchas veces necesitamos para ver en medio de la oscuridad del desánimo y la desesperación para volver a intentarlo de nuevo, para innovar la fe en nosotros mismos y levantarnos con el éxito, con la victoria.
A veces perdemos la capacidad de ver más allá de lo que está delante de nuestros ojos. Una persona puede ser desposeída, pero con una gran capacidad para mejorar. Sólo necesita no alguien quien les grite, si no una mano amiga que los oriente. Hoy podemos orientar a alguien.

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Los Gestos Hablan

6 noviembre, 2014

LOS GESTOS TAMBIÉN HABLAN.

Cuando las palabras callan, los gestos hablan. 

A veces, vivimos situaciones en que las palabras parecen desaparecer de nuestro vocabulario. Se anudan en el estómago, suben hasta la garganta y no sabemos, no tenemos idea, de cómo sacarlas. 

Muchas veces sucede cuando nuestros amigos nos necesitan más. Y es allí, precisamente, cuando nos topamos con esa barrera. 

No sabemos qué decir, no tenemos una explicación aceptable para el sufrimiento, sentimos miedo de decir algo indebido y nos quedamos quietos. 

Encontramos palabras con facilidad, en su mayoría ya gastadas y repetidas, para expresar nuestra alegría, nuestro deseo de felicidad, sin importar si alguien ya las dijo o no. 

Tomamos prestadas esas frases comunes y hacemos con ellas nuestro mensaje. Y nuestros amigos lo reciben con el corazón abierto, con la sonrisa estampada, porque ellos también hacen uso de lo mismo. 

Es la costumbre; es normal, es gentil, es noble. Es millones de veces mejor que el olvido. Nuestra gran dificultad es expresar palabras de consuelo cuando nosotros mismos tenemos el corazón molido por el dolor, al ver el sufrimiento de otro. 

¡Conscientes de que no podemos hacer nada! Va a pasar, ya lo sabemos, pues todos los dolores pasan, como pasan las noches de luna y los días de sol. 

Nada es estable y constante. ¡Y queríamos tanto encontrar las palabras exactas que amenizaran el sufrimiento, que proporcionaran consuelo inmediato, que anestesiaran o curaran de una vez! Y entonces, en el instante exacto, las palabras mueren. 

Pero existe un secreto que solo los ángeles conocen: ¡Los gestos hablan! 

Las flores hablan mucho. 

Un beso habla. 

Una caricia es como una voz dulce y suave. 

Una presencia, aun callada, dice bastante. 

Un abrazo habla muy alto. 
¡
Una mirada sincera dice tanto! 

Una mano que toma otra mano habla como varias bocas y centenas de corazones.

Cuando las palabras se rehúsen a salir de ti, habla con gestos. El otro comprenderá. Sé tú el ángel callado que traerá un pañuelo y permanecerá a su lado para que se sienta menos solo. 

Dar de sí mismo vale más que todas las palabras del diccionario juntas. 

Y en esos instantes, Dios también calla. Como nosotros, Él se contenta en vernos con ternura, haciéndonos sentir mejor. 

Leticia Thompson

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Dejar ir …

5 noviembre, 2014
Dejar ir
 

No recuerdes, deja ir lo que ya pasó.
 

No imagines, deja ir lo que puede venir.
 

No pienses, deja ir lo que sucede ahora.
 

No examines, no trates de interpretar nada.
 

No controles, no trates de hacer que algo suceda.
 

Relájate ahora y descansa.

No recuerdes, deja ir lo que ya pasó. No imagines, deja ir lo que puede venir. No pienses, deja ir lo que sucede ahora. 

No examines, no trates de interpretar nada. No controles, no trates de hacer que algo suceda. 

Relájate ahora y descansa.
 

Consejos del Brahmana Tilopa

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QUIEN ES INCAPAZ DE PERDONAR ES INCAPAZ DE AMAR

20 agosto, 2014
  
QUIEN ES INCAPAZ DE PERDONAR ES INCAPAZ DE AMAR
 

Es una de las famosas frases de Martín Luther King, que seguramente tiene eco, en muchas personas.
Esas expresiones, reflejan la realidad de una persona que está viviendo llena de odio, así sea sólo hacia una persona.
 

Ese odio, es el que le impide amar a cualquier persona, incluido a sus familiares más cercanos, a los que los involucra en sus sentimientos, haciendo que se alineen a ellos, así no es solo un miembro de una familia la que odia, sino todos sus miembros. Fueron envenenados por el odio de una sola persona.
 

Aunque muchos consideran que el odio que anida su corazón o su alma es justificado, esgrimiendo una serie de excusas o razones, como prefiera llamarla. 

La verdad es que ningún odio es justificado, porque este crece no tanto por razones reales, sino por los pensamientos y sentimientos de quien lo hace crecer en su corazón, en base a supuestos y no realidades.
 

De esa manera no sólo contamina su corazón, sino todo su cuerpo, su alma, su corazón, sus familiares y el medio que le rodea, generando que el campo magnético tanto personal como comunitario se contamine. 

Consecuencia de odios acumulados, vida tras vida, nuestro campo magnético y el de nuestro planeta se encuentra debilitados, ocasionando la radiación de energías negativas que nos hacen daño.
 

En lo personal desde mal carácter hasta enfermedades de todo tipo, en lo planetario también enfermedades en el ecosistema, y la llegada cada vez mayor de radiaciones ultravioletas y otros. 

Pues estas y las altas temperaturas existentes, no solo es producto del abuso a la naturaleza, sino también de la energía negativa que irradiamos.
 

Comprendes ahora, por qué todos tenemos que esforzarnos por hacer del perdón parte de nuestra vida? Para sanarla y sanar nuestro entorno, hasta el planeta mismo.
 

“Que cada día alcancemos mayores niveles de paz”
 

Cariñosamente, A. Ursula Goyzueta

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El canto de un pájaro

9 junio, 2014

 

 

Los hindúes han creado una encantadora imagen para describir la relación entre Dios y su Creación.

Dios «danza» su Creación. El es su bailarín; su Creación es la danza. La danza es diferente del bailarín; y, sin embargo, no tiene existencia posible con independencia de El.

No es algo que se pueda encerrar en una caja y llevárselo a casa. En el momento en que el bailarín se detiene, la danza deja de existir.

En su búsqueda de Dios, el hombre piensa demasiado, reflexiona demasiado, habla demasiado. Incluso cuando contempla esta danza que llamamos Creación, está todo el tiempo pensando, hablando (consigo mismo o con los demás), reflexionando, analizando, filosofando.

Palabras, palabras, palabras… Ruido, ruido, ruido… Guarda silencio y mira la danza. Sencillamente, mira: una estrella, una flor, una hoja marchita, un pájaro, una piedra… Cualquier fragmento de la danza sirve. Mira. Escucha. Huele. Toca. Saborea. Y seguramente no tardarás en verle a él, al Bailarín en persona.

El discípulo se quejaba constantemente a su Maestro Zen: «No haces más que ocultarme el secreto último del Zen». Y se resistía a creer las consiguientes negativas del Maestro.

Un día, el Maestro se lo llevó a pasear por el monte. Mientras paseaban, oyeron cantar a un pájaro. «¿Has oído el canto de ese pájaro?», le preguntó el Maestro. «Sí», respondió el discípulo.

«Bien; ahora ya sabes que no te he estado ocultando nada». «Sí», asintió. el discípulo.

Si realmente has oído cantar a un pájaro, si realmente has visto un árbol…, deberías saber (más allá de las palabras y los conceptos).

¿Qué dices? ¿Que has oído cantar a docenas de pájaros y has visto centenares de árboles? Ya. Pero lo que has visto ¿era el árbol o su descripción? Cuando miras un árbol y ves un árbol, no has visto realmente el árbol. Cuando miras un árbol y ves un milagro, entonces, por fin, has visto un árbol.
¿Alguna vez tu corazón se ha llenado de muda admiración cuando has oído el canto de un pájaro?
Anthony De Mello

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