La vida me ha enseñado mucho:
A perdonar, sin entender porque pasan las cosas.
A amar, sin que me amen.
A sentir, sin que me sientan.
A tolerar, sin que me toleren.
A entender, sin que me entiendan.
A perdonar, sin ser perdonada.
A sonreir, cuando quiero llorar.
A dar, sin esperar nada a cambio.
A dar gracias a DIOS por todo.
Pero no me ha enseñado a sobrellevar la soledad, a vivir sin una caricia, sin un abrazo, a levantarme en la mañana y no encontrar nadie a tu lado, a sentirte menos que nada, a querer gritar: estoy aquí que me oigan.
Pero también me ha enseñado a recordar las cosas bellas, el amor sublime de mi madre, la mirada tibia de un padre y el agradecimiento de tener simplemente la vida que ya es mucho pedir, y sentir que teniéndola todo aquello que he escrito puede cambiar algún día, porque no olvides que amar, sentir, tolerar y perdonar son parte de la vida misma.
GS