Navegar
SOY GUIADO POR DIOS EN MÍ.
Hace siglos, los marineros emprendían viajes sin la conveniencia de aparatos electrónicos para guiarlos, a menudo con mapas incompletos e imprecisos.
Ellos confiaban en el sol y en las estrellas para navegar. Si el tiempo les oscurecía el camino o los sacaba de curso, utilizaban su sabiduría y experiencia para regresar al rumbo.
Así como los marineros confiaban en las estrellas, yo me dirijo a mi interior, al espíritu de Dios, por dirección.
A medida que oro, mi rumbo se aclara. Si alguna vez siento que he perdido mi camino, recuerdo que sólo necesito regresar mi atención a la presencia divina en mí.
Aun en la noche más oscura, sé que el sol saldrá de nuevo, y me orientaré y seguiré navegando.
Para que sepan todos, de oriente a occidente, que fuera de mí no hay ningún otro.
Yo soy el Señor, no hay otro.—Isaías 45:6