Cuando adquirimos conciencia de que lo que se fue, nos llega de otra forma y encontramos paz, todo depende de cómo decidamos mirar las cosas, en el amor o en el temor.
Es muy importante comprender que todo lo que ocurre es aprendizaje, y que si sabemos enfocar nuestra mente, las cosas siempre pasan para bien, para pulirnos, para ser más flexibles, humildes y mejores.
El milagro es entender mi unidad con la divinidad, mi esencia mágica y mi capacidad de co-crear con Dios.
Descubrir que el milagro soy yo, que el poder está en mí, que YO SOY quien se hace feliz o infeliz, y que no es el vaso el que está medio lleno o medio vacío sino que soy yo, es el despertar de la magia. YO SOY el único responsable de mi felicidad, y yo decido cómo quiero ver las cosas, porque en mi palabra está el poder de la vida en el amor o de la muerte en el temor.
Quien tiene a Dios en su corazón comprende, como él lo puso hace ya muchos años en mi corazón, que: «Si las cosas se dan de manera diferente a como las tenía planeadas es porque algo más maravilloso está por sucederme.
Gracias, gracias, gracias». Estas mágicas palabras llegaron en el momento perfecto y fueron el inicio de la fe inamovible y visionaria, de aprender mirar en el amor, de la humildad, y de creer y crear en Dios.
Hoy te invito a re-nacer, a que si no ves tu pareja ahora y la quieres, repitas conmigo: «Gracias, gracias Dios porque ya tengo ese hombre o esa mujer maravillosa para compartir mi vida, que me ama, me valora y me respeta».
A que si no ves tu sanación y la quieres, pronuncies conmigo: «Gracias, gracias, gracias Dios porque cada célula de mi cuerpo está total y completamente sana».
A que si no ves prosperidad en tu vida, y la quieres, digas conmigo: «Gracias, gracias, gracias Dios porque a mi el dinero me llega fácil, frecuente y abundantemente».
«AGRADECER SIN VER, ES MIRAR MILAGROS.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS». Todo lo que quieras observar en tu vida sólo agradécelo, agradécelo y agradécelo
¿Cómo y cuándo va a llegar? Lo ignoro, pero sí sé que lo vas a tener en el momento perfecto, igual o mejor a como lo anhelaste con el corazón.
Gracias Dios porque tú vives en mí. Te amo Dios, gracias por adorarme tanto, por bendecirme siempre, y por querer eternamente lo más maravilloso para mí.
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