CONCILIARNOS CON NOSOTROS MISMOS
Muchos temen el desapego, porque se interpreta que implica alejarse de todo y de todos o convertirse en un ermitaño.
Otros piensan que es un estado completamente carente de emoción, una frialdad que ignora las necesidades ajenas.
Desde el punto de vista espiritual, el verdadero sentido del desapego se corresponde con el de alguien que es un observador capaz de entender y reaccionar con amor incondicional en cualquier situación.
El desapego es una cualidad completamente esencial para mantenerse en un estado de paz, ya que el apego es la madre de la preocupación, el gran responsable de la pérdida de la paz.
Debemos desapegarnos para poder amar las escenas de la obra de la vida y a los demás, sin que nos influyan de forma negativa sus defectos, ni nos impresionen sus virtudes.
En vez de lamentarnos del mundo, de los demás y de nuestra propia naturaleza, debemos tener el desprendimiento suficiente para conciliarnos con nosotros mismos.
D/A
HOMBRES QUE CURAN
También hay hombres maravillosos que llegan a nuestra vida te agarran de la mano y te dicen…vamos, quiero caminar contigo.
Bendito el hombre que llega sin malas intenciones y con sinceridad a la vida de una mujer… Aquel que le brinda seguridad y la hace sentir hermosa, sexy, inteligente, que la hace su cómplice de locuras, pero sobre todo la hace sentir amada, respetada y deseada…
Bendito sea ese hombre que le brinda más cariño que problemas, el que se gana a pulso su confianza y es capaz de ayudarle a restaurar sus heridas… Aquel que no llega con mentiras ni traiciones, el que aún sabe ser un caballero y tiene claro que el romanticismo no pasa de moda…
El que no llega a hacer llorar y ayuda a limpiar sus lágrimas, el que sabe que su relación es una prioridad y la resguarda como un tesoro… Ese varón maduro que no necesita andar conquistando cientos de mujeres para disfrazar su baja autoestima, porque sabe que un verdadero hombre es capaz de convertir a su pareja en su mujer, su amiga y amante…
Aquel que puede ser tan rudo como tierno, tan apasionado como cursi, tan loco como cuerdo….
Los que te dan paz, te ayudan a reconstruirte, te enseñan, que no, no todos son iguales, sólo habías tropezado con hombres en otra sintonía, en otro momento de su vida, hombres que no querían lo mismo que tú.
Pero ¡qué mágico es! cuando te encuentras uno que sí lo quiere, que sí se arriesga, que sí te dice lo que siente. Alguien que quiera lo mismo que tú, al mismo tiempo.
Un loco compañero de vida, un socio para creer y crecer juntos. Alguien que te demuestre que el amor es bonito y no difícil y que no todo está perdido. Bendito sea ese hombre y bendita la mujer que lo valore y le corresponda de la misma manera. porque sabrán que han encontrado el reflejo de su alma.
Bendecidos aquellos que ya tuvieron el placer de coincidir.![]()
GMS
EL ÚLTIMO VIAJE
Llega sin avisarnos, sin prepararnos, sin decidirlo. Y a veces, no nos permite ni despedirnos y nos vamos sin un adiós sin un abrazo, sin un te amo, sin un perdóname.
Mientras vivimos, realizamos tantos viajes y hacemos tantos planes, pero nunca pensamos en ése. Que llega cuando menos lo esperamos y como un ladrón nos transporta a otro plano.
Es como un rapto que deja una estela de dolor y llanto, es inexplicable y lleno de asombro, cuesta creerlo porque parece una mentira y es una lucha para los nuestros poder aceptarlo. Porque duele tanto, que hasta respirar se hace difícil.
Nunca pensamos que en cualquier instante podemos perder la vida y la desperdiciamos corriendo tras muchas cosas, acumulando bienes y apegándonos a todo, cuando sabemos que nada nos llevaremos.
A veces, salimos de casa dando un portazo sin pensar que quizás, ese sea nuestro último adiós y será el último recuerdo que dejaremos. Pero así es como vivimos: «Inconscientes”. Ver morir a tanta gente a mi alrededor, me ha hecho reflexionar sobre este tema y al observar mi vida, puedo ver que mi vida es sólo un eco lejano, que se ha ido gastando y sólo es un cuarto lo que me queda, pero cómo puedo saberlo si el tren de regreso, sólo te recoge sin avisarte?
No le importa si estás dormido, si estás despierto, si estás desnudo o estás vestido, si estás o no estás listo, sólo llega. Y con él te lleva. Y me doy cuenta cuanto tiempo he perdido, postergando cosas que quiero hacer, esperando el mejor momento. ¿Pero cuál es el mejor momento? Me pregunto y descubro que éste es el mejor momento, el único que existe y el único en que puedo ser y actuar.
Y decido, que a partir de hoy, quiero vivir mi presente y dejar de postergar las cosas, porque este momento es el único seguro y lo viviré día a día, como si fuera el último.
Para comenzar, hoy quiero agradecer por tantas cosas y quiero darles las gracias a todas las personas que forman parte de mi historia; han sido como especies alimenticias que le han dado sabor a mi vida, sin la presencia de ustedes, sería insípida y vacía y quiero que se den cuenta de la importancia y el valor que tienen TODOS LOS DÍAS!
Quiero agradecer por todo lo vivido, por todo lo aprendido, por todas mis fallas y sobre todo porque he amado, porque amar, es lo único que me ha llenado, ya que para amar fuimos creados. Quiero saldar cuentas con la vida, quiero perdonar y pedir perdón por todos mis errores, soltar y dejar ir todas mis amarras y así, como Amado Nervo, poder decir: «Vida, nada te debo, vida estamos en paz». Entonces estaré listo para tomar ese último viaje, sin miedo ni culpa.
PERDONA, DEL RESTO YA SE ENCARGARÁ EL UNIVERSO.
Por lo general pensamos que perdonar es aguantar y soportar repetidamente las malas acciones por parte de una misma persona.
No podemos decir “No”, no sabemos poner límites o distancia porque pensamos que si lo hacemos nos comportamos como «personas egoístas».
Pero lo cierto es, que al permitir a otros que continúen con esas actitudes incorrectas, inevitablemente se genera sufrimiento para todos como fruto de las mismas.
Así funciona la ley del karma o la ley Universal de causa y efecto.
Las acciones siempre tienen consecuencias y debemos soportar el peso de ellas.
Buda dijo: «Si el odio responde al odio, el odio nunca terminará».
Gandhi dijo: «Si aplicamos el ojo por ojo y diente por diente, el mundo pronto estará ciego y sin dientes»
No debemos entender el perdón como un «mirar hacia otro lado» respecto del daño que se nos hizo.
No debe suponer un cheque en blanco o mecanismo para liberar de culpa al que nos ofendió.
El perdón se debe entender como un mecanismo para que yo me libere de la amargura que esa persona dejó en mi corazón.
Para que yo tenga paz y pueda vivir sin mirar atrás.
Perdonar sobre todo tiene que ver con romper el círculo de venganza y de odio.
Debemos estar por encima de todos los resentimientos y tristezas que sentimos y que nos impiden avanzar en nuestro desarrollo personal.
El verdadero perdón es una extraordinaria oportunidad para sanar nuestras heridas y continuar.
Evita que brote en tu interior el rencor hacia los que te hicieron daño.
Si le das cabida a estas emociones, las podrías somatizar en una enfermedad física o espiritual.
¿Crees que vale seguir guardando?
Suéltalo, que del resto ya se encargará el Universo










