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LA NIÑA QUE REGALABA CARTELES

22 julio, 2025
“LA NIÑA QUE REGALABA CARTELES DE ‘TODO ESTÁ BIEN’ EN LOS SEMÁFOROS”
Sofía tenía 10 años y no vendía chicles ni limpiaba parabrisas en los semáforos.
Ella hacía otra cosa: regalaba carteles.
Cada mañana, con ayuda de su abuela, recortaba cartulinas de colores y escribía frases con plumón grueso:
“TODO ESTÁ BIEN, AUNQUE NO LO PAREZCA.”
“HOY VA A SER UN DÍA MÁS SUAVE.”
“NO TE OLVIDES DE RESPIRAR.”
Cuando el semáforo se ponía en rojo, Sofía caminaba entre los coches.
No pedía dinero. No extendía la mano.
Solo ofrecía un cartelito y sonreía.
La mayoría de las personas no sabía qué hacer.
Algunos bajaban la ventanilla y lo aceptaban. Otros miraban hacia otro lado, como si recibir palabras bonitas fuera más difícil que recibir una moneda.
Un día, un taxista le preguntó:
—¿Por qué haces esto, niña?
Y ella respondió con sinceridad:
—Porque hay días en que uno necesita leer algo bueno. Y a veces no lo encuentra en ningún lado.
Sofía no lo hacía por dinero, ni por likes. No tenía redes sociales. No buscaba fama.
Lo hacía porque sabía lo que era pasar días sin que nadie te dijera algo bonito.
Su abuela decía que cada cartel era un abrazo de papel.
Una forma de recordarle al mundo que todavía había ternura.
Con el tiempo, las personas del barrio empezaron a coleccionar los carteles de Sofía. Los pegaban en los taxis, en los espejos del baño, en las puertas de las tiendas. Algunos los guardaban en la billetera, como un amuleto.
Hoy, Sofía sigue escribiendo frases.
A veces cambia las palabras, pero siempre repite una en particular:
“Si nadie te lo dijo hoy: TODO ESTÁ BIEN.”
Y cada vez que un conductor recibe uno de sus carteles en un semáforo, hay un segundo de pausa en el tráfico invisible del corazón.
Créditos a quien corresponda

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