Perdona a tu mamá y perdona a tu papá, quizá ahora no lo entiendas, pero cada vez que te lastimaron, te abandonaron, te humillaron te estaban enseñando a ser más fuerte, más independiente, te enseñaron a marcharte de donde no se te quiere más.
Perdona a tu pareja que te engaño, quizá doliera mucho, pero te estaba enseñando a poner límites, a amarte a ti por sobre todos los demás y a serte fiel a ti misma.
Perdona a tu compañera de trabajo, la envidiosa, la que hablo mal de ti, la que te hizo la vida imposible, ella vio en ti algo que nunca podría llegar a ser y te enseño que, incluso en tu peor momento, tu luz brilla tanto que lastima la vista de los demás.
Perdona a tus hijas e hijos, a tus hermanos, a tus sobrinas, por las insolencias, las mentiras, el abandono, te estaban enseñando a soltar tus apegos y a entender que no puedes controlarlo todo, te estaban enseñando a soltar, y fluir hay cosas que no dependen de ti. Pero sobre todo perdonarte a ti, por tu sobrepeso, por tus miedos, por no confiar en ti mismo, por no ser la hija, la esposa, la madre , la hermana, o tía perfecta.
Perdónate por cada vez que te dejaste vencer por el miedo, perdónate por cada error, pues de no ser por ellos, no serias la persona que eres hoy, créeme, eres maravillosa. Tu historia es perfecta, tu vida es perfecta y aunque no lo parezca, todo ocurre para enseñarte algo, para crecer.
Perdón, lo siento, gracias, te amo
Psicóloga Rosi Flor Peniche
El perdón
Paul Tillich definió alguna vez el perdón como “El acto de recordar el pasado para poderlo olvidar”.
Los seres humanos vamos acumulando vivencias de todo lo que nos pasa en nuestras vidas. Los recuerdos de esas experiencias sin importar qué tan buenas o malas sean, sólo pueden permanecer en la “capa conciente” de nuestra mente por un relativamente corto tiempo.
Pasado cierto lapso, se van depositando en una capa algo más profunda que es el subconsciente, dando lugar así a las nuevas vivencias.
Todos y cada uno de los recuerdos permanecen “vivos” allí, aunque nuestra mente no los pueda “ver”. Es por ello que vamos olvidando algunas cosas y en determinados momentos es posible volver a sacarlas a la luz con alguna cuota de esfuerzo… haciendo memoria.
Pero transcurrido un lapso suficiente, esos recuerdos quedan sumergidos en una capa de nuestra mente aún más profunda, de la cual ya no es posible volver a sacarlos, es el inconsciente.
Esto sucede con absolutamente todas y cada una de nuestras vivencias. Con los eventos tristes también. Es por ello que hay personas que viven una vida de tristeza y dolor, solamente por no saber o querer perdonar, dejando atrás todo lo quesos hace sufrir.
Despréndete con amor y agradecimiento, porque lo más importante no es la otra persona, eres tú quien debe soltar o reventar esas cadenas que te mantienen atado al pasado.
Solo se vive una vez, así que se FELIZ
GESM
Perdonar a Tiempo
El cartero le entregó el telegrama y mientras Roberto le daba las gracias y empezaba a leerlo, no podía evitar que su cara mostrara una expresión de sorpresa más que de dolor.
Eran unas palabras breves y precisas: “Tu padre falleció. Lo sepultaremos mañana a las 18 horas. Mamá”Roberto se quedó como estaba, de pie y mirando al vacío.No sintió dolor, ni derramó ninguna lágrima, era como si hubiera muerto un extraño.¿Por qué no sentía nada por la muerte de su padre?
Con un torbellino de pensamientos confusos en su mente, avisó a su esposa y emprendió viaje hacia la casa de sus padres. Mientras viajaba en silencio sus pensamientos pasaban por su mente a toda velocidad.No tenía deseos de ir al funeral, sólo lo hacía para acompañar a su madre y tratar de aliviar su tristeza. Ella sabía que padre e hijo no se llevaban bien, desde aquel día de lluvia en que una serie de acusaciones mutuas, obligó a Roberto a irse para no volver nunca más.
Pasaron los años y Roberto vivía cómodamente. Se había casado y formado una familia, pero sólo se acordaba de su madre para su cumpleaños o alguna festividad.A su padre sin embrago lo había borrado de su mente.
Desde aquel fatídico día jamás lo vio ni habló con él. Jamás pudo superar el odio que sentía hacia él. En el velatorio se encontró con pocas personas. En un rincón del salón vio a su madre pálida, débil. Se notaba que había sufrido mucho. Tal vez porque siempre deseó que las cosas terminaran de otra manera.
Cuando vio a su hijo, lo abrazó mientras lloraba silenciosamente, fue como si de pronto hubiera perdido toda esperanza.Después, Roberto vio el cuerpo sereno de su padre. Estaba envuelto por un manto de rosas rojas, como las que al padre le gustaba cultivar. Pero de los ojos de Roberto no cayó una sola lágrima, su corazón herido no se lo permitía.Se quedó con su madre hasta la noche, la besó y le prometió que regresaría con sus hijos y su esposa para que los conociera.
Ahora, por fin podría volver a su casa, porque aquella persona que tanto había odiado, ya no estaba en este mundo. Era el fin de la humillación, de las críticas, de los consejos ácidos de un sabelotodo. Por fin podría reinar esa paz que siempre quiso experimentar.
En el momento de la despedida la madre le colocó algo pequeño y rectangular en la mano-Hace mucho tiempo podrías haberlo recibido, le dijo. Pero, sólo después de que él murió lo encontré entre sus cosas más importantes.Roberto no le dio mucha importancia y emprendió el viaje de regreso.
Unos minutos después de haber comenzado el viaje, se acordó y quiso averiguar de qué se trataba lo que le había entregado su madre.Después de desenvolverlo con cuidado vio un pequeño cuaderno de tapa roja. Era un libro viejo y sus páginas habían quedado amarillentas por el paso de los años y al abrirlo pudo leer en su primera página algo que había escrito su padre:
• Hoy nació Roberto, pesó casi cuatro kilos. ¡Es mi primer hijo, estoy muy feliz y mi corazón salta de alegría!El relato continuó apasionando a Roberto, que con un nudo en la garganta, seguía leyendo:• Hoy, mi hijo fue por primera vez a la escuela. Es todo un hombrecito. Cuando lo vi con el uniforme, me emocioné tanto que no pude contener las lágrimas.
Le pido a Dios que lo guarde y le de sabiduría para ser un hombre de bien.La emoción de Roberto iba en aumento y el dolor de su corazón cada vez era más intenso, mientras por su mente comenzaban a resurgir imágenes del pasado.• Roberto me pidió una bicicleta, mi salario no es suficiente, pero él se la merece porque es muy estudioso y dedicado. • Así que pedí un préstamo y se la compré. Espero poder pagarlo con las horas extras.• La vida de mi hijo será diferente a la mía, yo no pude estudiar.
Desde niño me vi obligado a ayudar a mi padre, pero deseo con todo mi corazón que mi hijo no sufra ni padezca situaciones como las que yo viví.Roberto no podía creer lo que estaba leyendo, era como si un mar de dolor inundara su conciencia. Vinieron a su mente los recuerdos de su adolescencia, como se quejaba a su padre por no tener bicicleta como sus amigos… y continuó leyendo.• Es muy duro para un padre tener que castigar a su hijo, sé que me odiará por esto, pero es la forma en que creo debo educarlo para su propio bien.
• Fue así como aprendí a ser un hombre honrado y esa es la única forma en que soy capaz de educarlo.Roberto cerró los ojos y recordó la noche cuando por causa de una fiesta en su juventud hubiera podido ir a la cárcel. De hecho todos sus amigos pasaron la noche allí. Sólo lo evitó, el que su padre, precisamente esa noche, no le permitió ir al baile con sus amigos.También recordó otra oportunidad en la que no le concedió permiso para salir. Esa vez el auto en el que debía haber estado, chocó y quedó totalmente destrozado contra un árbol. Le parecía casi oír las sirenas y el llanto de toda la ciudad mientras sus cuatro amigos eran llevados al cementerio.Las páginas se sucedían con todo tipo de anotaciones, llenas de respuestas que revelaban en silencio, la tristeza de un padre que lo había amado tanto.
Por fin llegó a la última página y leyó:Son las tres de la mañana, ¿Dios, qué hice mal para que mi hijo me odie tanto?¿Por qué soy considerado culpable, si no hice nada de malo, solo intenté educarlo para que fuera un hombre de bien?Mi Dios, no permitas que esta injusticia me atormente para siempre.
Te pido perdón si no he sido el padre que él merecía tener y deseo de todo corazón que me comprenda y me perdone.Estas fueron las últimas palabras de un hombre que, aunque nadie le había enseñado, a su manera intentó ser el mejor padre.El mundo quizás podía verle como demasiado duro o intransigente, pero en lo más íntimo de su ser había un hombre tierno y lleno del amor de Dios, que nunca supo como expresarlo ni a su propia familia.La aurora rompía el cielo y un nuevo día comenzaba, Roberto cerró el cuaderno, se bajó en la primera estación y regresó de nuevo hacia donde habían vivido sus padres.
Regresó quizás deseoso de que todo hubiera sido un mal sueño, de poder encontrar a su padre con vida y pedirle perdón por todo el mal que le hizo, pero no…Gritó frente a su tumba, hubiera querido poder abrazarlo, pero solo encontró un profundo silencio.Destrozado, fue a ver a su madre. Antes de entrar en la casa vio una rosa roja en el jardín; acarició sus pétalos y recordó como su padre las cuidaba con tanto amor. Esta fue la manera de encontrar paz en su corazón, ya que mientras acariciaba esa rosa, sintió como si acariciara las manos de su padre y descargara su dolor para siempre.
Calmado ya, con voz suave se dirigió a su padre muerto: “Si Dios me mandara a elegir, no quisiera tener otro padre que no fueras tú. Gracias por tanto amor y perdóname por haber sido tan ciego”Esta lección le hizo reflexionar, ya que él también era padre y se dio cuenta de que no estaba dando lo mejor de si, ya que las ocupaciones, los problemas y el stress, habían creado un silencio entre él y sus hijos.
A partir de ahora, decidió que su vida cambiaría radicalmente y que se compraría un cuaderno de tapa roja para poder anotar cada una de las historias que a partir de ese momento sucedieran en su familia.“La adolescencia y la juventud son los únicos problemas que sólo se solucionan con el tiempo”.
D/A
UN MOMENTO PARA PERDONAR…
“No trates de perdonar. Perdonar no es un “hacer”. Simplemente acepta que este momento es exactamente como es en este momento.
Y el pasado fue como fue. Acepta tu falta de aceptación en el presente. Perdona tu incapacidad de perdonar. Siente tu aliento, las sensaciones en tu cuerpo, la vida que arde con todo su esplendor en tí.
Todos están dando su mejor esfuerzo, incluso cuando parezca que no es así. Todos están soñando o teniendo una pesadilla, luchando con un dolor que quizás nunca llegues a entender.
No tienes que tolerar sus acciones. Tal vez tú no seas capaz de despertarlos.
No tiene que gustarte lo que ha sucedido. Simplemente suelta la ilusión de que pudo haber sido de otra manera.
Tú eres diferente ahora, de todos modos. No te enfoques en algo sobre lo que no tienes control. El pasado es una tierra lejana.
Vuelve tu atención a este momento, Tu fuente de verdadero poder. Tu lugar de conexión.
Despierta del sueño De que alguien tiene algún poder Para quitarte tu paz interior.
Suelta la necesidad de tener la razón. Abraza la necesidad de ser libre. Sal de la historia de “mi vida”. Reclama el momento.
Sé aquí, en tu nueva vida. Aventúrate en este nuevo día.
Esto es perdonar.”
Jeff Foster
CELEBRO EL PODER DEL PERDÓN.
Yo soy una obra divina en progreso —aprendiendo y creciendo espiritualmente.
En el proceso de llegar a ser todo lo que puedo ser, quizás cometa errores.
Para recordar la verdad de mi ser, hago una pausa para un momento sagrado de oración.
Al conectarme con mi naturaleza divina, dejo ir la negatividad y las perspectivas que no promueven mi mayor bien.
Los pensamientos limitantes se disipan y veo quién soy. Desde esta perspectiva más elevada, reconozco la perfección en los demás y en mí.
Aunque haya cometido errores en el pasado, recuerdo que soy amado y amoroso. Celebro el poder del perdón que libera a los demás y a mí.
Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir.—Apocalipsis 21:4
ME DISPONGO A PERDONAR…
«Me gusta la sensación de libertad que siento cuando me quito la pesada capa de críticas, miedo, culpa, resentimiento y vergüenza.
Entonces puedo perdonarme a mí y perdonar a los demás.
Eso nos deja libres a todos.
Renuncio a darle vueltas y más vueltas a los viejos problemas.
Me niego a seguir viviendo en el pasado.
Me perdono por haber llevado esa carga durante tanto tiempo, por no haber sabido amarme a mí, ni amar a los demás.
Cada persona es responsable de su comportamiento, y lo que dá, la vida se lo devuelve. Así pues, no necesito castigar a nadie; todos estamos sometidos a las leyes de nuestra propia conciencia, yo también.
Continúo con mi trabajo de limpiar las partes negativas de mi mente y dar entrada al amor.
Entonces me curo».
(Louise L. Hay)
¿QUÉ TAL SI ME PERDONO?
Me he sentado a tomar un café conmigo misma frente al espejo y me descubrí alzándome la ceja como siempre, entonces me dije a mi misma; ¡Ya estuvo bueno de ser tan dura! y qué lo mejor era simplemente. Perdonarme.
Me perdono por dejarme en último lugar infinidad de veces…
Me perdono por hacerme pedazos para completar a otros…
Me perdono por no tener tiempo para mí…
Me perdono por no hacerme caso, y tropezar con el mismo obstáculo una y mil veces.
Me perdono por poner mi salud como un pendiente y no como una prioridad…
Me perdono por haber hablado de más…
Me perdono por haberme callado…
Me perdono por confundir resignación con tolerancia…
Me perdono no gastar en mí lo que sin reparo gasto en alguien más que a veces no lo merece…
Me perdono por mentirme…
Me perdono por no verme al espejo más seguido…
Me perdono por no ser más amable conmigo misma…
Me perdono por no tenerme paciencia ni tener constancia…
Me perdono por ser tan ruda cuando se trata de mí…
Me perdono no encajar en un molde…
Me perdono por no permitirme muchas cosas…
Me perdono por no disfrutar de otras tantas…
Me perdono por no valorar los momentos que valen la pena y darme cuenta muy tarde…
Me dije a mi misma; debemos aprender a soltar, a dejar ir y sobre todo; ¡A perdonar!. Debemos hacer frente común contra el mundo que está en nuestra contra… simplemente es el mundo y la gente es gente con lo bueno y con lo malo, a veces sólo estamos parados en el camino equivocado con alguien que viene todo pulmón y nos arrasa sin miramientos.
¡Si, me perdono para empezar a vivir!
Autor Male Capetillo Cabrera
Escritora y bloggera
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