![🙃](https://static.xx.fbcdn.net/images/emoji.php/v9/tcd/1/16/1f643.png)
![🙃](https://static.xx.fbcdn.net/images/emoji.php/v9/tcd/1/16/1f643.png)
HOLA, ME LLAMO RECUERDO
Todo el tiempo te estaré inquietando, me sumergiré en tu cerebro y tocaré tu corazón .
Te haré llorar, reír, enojar, y muchas veces arrepentirte.
Mi peor enemigo se llama » si hubiera «, porque si hubieras, yo no existiría.
Me visto de tus más grandes errores y de los momentos más felices de tu vida.
Me alimento de todas esas noches donde tu llanto es saciable, donde vuelve a apoderarse de ti mi enemigo.
Habito en tu presente, pero nací en tu pasado. No me malinterpretes que no estoy en ti para perjudicarte, sino para que puedas aprender de mí, para que superes a alguien o algo, para robarte sonrisas cuando estés triste.
No podrás deshacerte de mí aunque lo intentes, soy algo en ti y vivo ahí justo, en lo que eres. Me meto por tu mente y a veces salgo por tus ojos, con mi mejor amiga, Lágrima.
Créditos al autor .
EL ARTE DE SANAR: TRANSFORMANDO EL DOLOR EN CONCIENCIA
Casi todos hemos vivido experiencias dolorosas a partir de las cuales nos encontramos ante la ardua y encomiable labor de reinventarnos. Nos encontramos en ese momento donde nos toca recoger los pedazos de aquello que se nos ha roto por dentro para continuar avanzando en el camino de la vida.
Existen situaciones que nos causan profundo dolor, y sentirlo así casi siempre nos resulta inevitable. Cuando la vida o nuestras decisiones nos han llevado a ese duro y difícil lugar en el camino, ¿qué podemos hacer para recuperar nuestro bienestar? Recuerdo esa frase que nos enseña que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Uno tiene el poder de elegir si desempaca sus maletas y se queda a vivir en los recintos del sufrimiento, o por el contrario, si reconoce y acepta su dolor, al tiempo que decide continuar avanzando hacia horizontes más amables.
Como casi siempre y casi todo en esta vida, dependerá de dónde decidas poner tu atención, una vez más tienes el poder de elegir. Ante ti se presentan cuando menos dos opciones: entregarte a lo que te hace sufrir o poner tu atención en aquello que te ayuda a estar y a sentirte mejor. Como sabemos, donde pones tu atención, crece. Es por esto que resulta muy recomendable dedicarle tu tiempo y energías a aquello que deseas lograr, sentir y experimentar en tu vida.
Al mismo tiempo, se trata de evitar resistirnos o negar lo que estamos sintiendo y viviendo por dentro. Lo más saludable será aceptar ese dolor y todo cuanto sentimos como resultado de esa experiencia, saber que está ahí, dentro de nosotros y, sin embargo, elegir levantarnos y seguir caminando por el sendero que nos conduce a sanar y a recuperarnos. Ese primer paso es el más importante porque aunque de momento no te lleve a donde quieres estar, te saca de donde estabas. Es el inicio de una nueva etapa.
Hace algún tiempo conocí que existe en Japón un arte para reparar la cerámica cuando esta se ha roto en varios pedazos. Esta técnica de restauración se llama kintsukuroi y consiste en componer la vasija rota, uniendo y pegando con oro los pedazos que la conformaban. El resultado es la pieza de cerámica otra vez completa que a su vez muestra todas sus grietas marcadas y resaltadas por delgadas líneas de oro, lo cual le imprime una belleza única y excepcional. Gracias a esta restauración, lo que eran pedazos rotos se convierte en una obra de arte, en algo más hermoso y valioso que el original. Cuando supe sobre este arte, me pareció una metáfora muy hermosa y representativa del proceso de reparar, sanar y recuperarse en esas situaciones duras y difíciles que a veces nos toca vivir.
De este modo, el dolor se nos presenta como umbral, el punto de partida desde el cual reconocer y comprender que nos hemos desconectado de nuestro Ser. Nos hemos abandonado, perdimos contacto con nosotros mismos, adentro. Como consecuencia de la situación y de lo ocurrido, nos hemos desplazado de manera inconsciente, unilateral, y casi por completo, hacia nuestro cuerpo emocional o mental, donde se genera gran parte del sufrimiento que nos creamos y nos creemos. Se trata de escuchar dentro de nosotros esa llamada de atención, ese timbre que nos alerta a través de ese punto de dolor. Nuestro cuerpo nos habla, emite la señal que necesitamos para despertar, hacer una pausa y regresar a nuestro centro para conectarnos con nuestro Ser, ese espacio interior donde encontraremos aquello que necesitamos para restablecer el equilibro perdido. Una vez allí, recuperar nuestro bienestar a través de este camino luminoso de aprendizaje y autoconocimiento. Para crecer adentro.
A través del proceso de sanar, somos los protagonistas, aún sin darnos cuenta, de nuestro renacimiento personal. Esta vez y movidos por las nuevas circunstancias, se nos ofrece la oportunidad de descubrir todo aquello de lo que somos capaces, saber de qué estamos hechos y quiénes somos en realidad. En nuestra recuperación podemos constatar, muchas veces desde el asombro, la presencia de una ancla interior e innata hacia la salud y el bienestar que nos moviliza y rescata. Aprendemos a reconocer y utilizar todos nuestros recursos, interiores y exteriores, para seguir adelante lo mejor posible. Honrando a la vida y todo lo que ella representa. Asistimos a nuestro proceso de transformación interior, lo cual nos permite evolucionar hacia otro nivel de conciencia y le confiere a lo vivido un valor inigualable.
D/A
TE DESPIERTAS A LAS 3 DE LA MAÑANA
Desde hace unas semanas a todos los que trabajamos con la luz y a las personas que están centradas en tu evolución, nos está costando dormir, y si dormimos, no logramos descansar como es debido. Por qué ocurre esto?
.
Una de las quejas más comunes que escuchamos es despertarse entre las 2 y las 3 de la madrugada. Durante este período corto de la noche, el cosmos se abre y muchos son despertados para que puedan orar, pedir, e incluso, conectar con las energías Divinas o con su Guía de Luz
.
Contrapuesto a esto, hay otros que experimentan período de sueño profundo, esto sucede porque estás descansando de todo, aclimantándote e integrándote y es muy normal que tu cuerpo espiritual necesite “visitar” con mucha más frecuencia los Planos Espirituales Superiores para aclimatarse al cambio. Hay otro grupo que alterna entre estas dos situaciones
Otros síntomas:
No intentes sacar de tu cabeza, lo que no sale del corazón…
Dicen que querer olvidar, es recordar para siempre. Pretender deshacerse de nuestros sentimientos es una aventura que puede acabar en tragedia. Un suicidio emocional, una verdadera locura…
Lo cierto es que no es lo mismo intentar olvidar un pensamiento que un sentimiento o una emoción. Lo primero podemos conseguirlo, basta con habituarse a pensar en otras cosas, a imaginar o a decirnos “PARA o STOP” cuando algo acude a nuestra mente.
Sin embargo, intentar suprimir nuestras emociones y lo que estas conllevan es negarnos la realidad y no asumir los aprendizajes que se nos plantean. O sea, que intentar inhibir o deshacernos de lo que sentimos a toda costa fomenta todo aquello que pretendemos evitar.
Querer olvidar es engañarse a uno mismo, muchas veces querer olvidar es alimentar inconscientemente la fijación por esa persona, intentar no renunciar a lo que nos hizo o nos hace sentir su presencia o su recuerdo.
No obstante, puede que lo que intentemos olvidar no es a una persona, sino una sensación. Cada emoción y cada recuerdo nos hace prestar atención a nuestro yo más profundo, aquel al que renunciamos y evitamos atender en el día a día.
Por eso resulta tan complicado entenderlo, pues muchas veces nuestra conciencia y nuestras palabras son incapaces de comprender lo que desborda al alma.
Estas situaciones requieren de un trabajo interior muy intenso que seguramente nos incomode. Tenemos que ser conscientes de que es probable que tengamos sentimientos encontrados, que nos podamos enfadar con nosotros mismos y con el mundo, que sintamos ira, celos y todo tipo de emociones que nuestra moral castiga.
Esto es natural, así que tenemos que procurar asumirlo con total normalidad. No podemos ocupar nuestra mente en evitar nuestras emociones, pues es algo imposible y realmente peligroso.
Lo que tenemos que hacer es aprender a manejarlas, a controlar nuestros comportamientos y a favorecer nuestro bienestar.
Trabajar en esta dirección significa no intentar sentirnos bien a toda costa, sino tratar de tolerar lo que nuestro corazón siente.
Recordar aquello que nos dejo huella. La solución está en comprender para recordar sin dolor, no es intentar evitar el dolor. El corazón solo se sana, cuando conseguimos guardar en la memoria, los buenos momentos. Lo que duele no es recordar esos instantes, sino la pérdida de alguien que quisimos.
Llevando a cabo el esfuerzo psicológico de entender que las personas van y vienen, nos daremos cuenta de que lo importante es lo que ha entrado dentro de nosotros, pues será lo que siempre permanezca.
Cuando somos capaces de dar ese paso, alcanzamos a sentir todo aquello que ya hemos hecho nuestro, aquello que marca la diferencia, que nos devuelve a la vida y que conforma el antes y el después.
D/A