CUÁNDO ALGUIEN NIEGUE TU PODER…
Cuando alguien niegue tu poder, te anule, te falte al respeto, te ataque, te desprestigie o quiera hacerte sentir pequeño… respira.
Señal que todavía no ha despertado.
Señal que te necesita dormido.
Si luchas, reaccionas o te justificas, te habrá ganado la partida. Habrá conseguido que sigas en el sueño. Si paras, respiras y observas, te darás cuenta de que no tienes ninguna partida que ganar.
La sabiduría es comprender que no hay nada que ganar porque nunca nada se perdió. Solo el ego creyó que lo perdió.
Nadie que sea realmente grande necesitará hacerte sentir pequeño. Si lo hace es que no conoce la grandeza.
El alma y la consciencia sólo ven la divinidad y la potencialidad que hay en ti. Nadie que realmente esté despierto te dirá lo que has de hacer a no ser que se lo pidas. El alma y la consciencia respetan siempre tu camino.
Tu objetivo no es ganar. Tu misión es despertar. Despertando te darás cuenta de que todo es una guerra absurda de tu mente. Ahí es cuando «verás» que la vida es un milagro.
Crédito a quién corresponde
CON EL TIEMPO DEJE DE…
Con el tiempo dejé de hablar con los que no me escuchaban, y con quien siempre quería tener la razón.
Dejé de buscar personas que nunca me buscaron.
Dejé de pensar en los que nunca pensaron en mí.
Empecé a hacer lo que me hace sentir bien, sin excesos pero con pasión.
Empecé a confiar en mi intuición para todo, para cada elección, para cada persona.
Comencé a evitar a las personas negativas y comencé a salir con las raras, con las personas positivas.
Porque he aprendido a respetarme a mi misma y comencé a ponerme a mí misma primero.
Porque creo que me lo merezco.
Mujer Maga
HOY ME DESPIDO DE LO QUE…
¡Hoy me despido de lo que fuí ayer!
De justificar indiferencias.
De amar al desprecio.
De reír con una sombra.
Hoy me despido de esa que perdonó por paz propia y terminó más lastimada.
Me despido de la qué un día amó a lo desconocido.
Hoy me voy lejos de las mentiras y empiezo a perseguir verdades.
Me despido de mi yo anterior; de esa niña adulta qué lloró muchas veces en silencio por no saber qué hacer.
Hoy me despido de esas lágrimas y de esa incertidumbre.
De esa espera sin saber en realidad qué esperaba hoy de lo que fui. Hoy empiezo a avanzar con menos carga, abrazando a mi niña, limpiándole sus miedos, amándola, arropándola, para que sienta que está mujer adulta la ama.
Y que al igual que ella tiene miedo pero ya aprendió a jugar con ellos (los miedos).
Hoy me despido de ver las cosas como yo quiero verlas y no como en realidad son y empiezo a aceptar que nada ni nadie es lo que parece Ni siquiera ¡Yo misma!
( Me voy dónde me lleven mis alas).
De la Red
LA MADRE OVEJA NEGRA
La mamá oveja negra es aquella que decide cortar con mandatos patriarcales y crianzas adulto-centristas.
Es la que se anima a seguir su instinto, aunque la familia o el círculo cercano la haga dudar.
La madre oveja negra es la que decide con plena conciencia cortar relaciones nefastas sin importar el vínculo sanguíneo, cuando se percata de que esos lazos disfuncionales pueden afectar a sus crías.
La mamá oveja negra es la que hace terapias de todo tipo para sanar sus heridas de la infancia y para sanar también su linaje femenino interno, muchas veces enceguecido por sus propias heridas no resueltas.
Las mamás ovejas negras somos las señaladas con el dedo, esas de las que siempre se cuchichea a sus espaldas, se cuestionan, se critican, se juzgan.
En cada familia siempre hay una mamá oveja negra, valiente, que muchas veces se sintió sola, que muchas veces dudó si lo estaría haciendo bien pero que eligió el sexto sentido, el instinto, la tripa, la intuición.
En cada familia hay una mamá oveja negra que no solo tiene que trabajar en ella sino en toda la carga del trauma familiar que sus parientes, su pareja y amistades no quieren o pueden ver.
Es solitario ser oveja negra…Pero un día cualquiera, más temprano que tarde, cuando la mamá oveja negra decide empoderarse y levantar la frente y la mirada en la pradera, avista a lo lejos a muchas otras ovejas caminando en el sentido contrario al de su rebaño, a contracorriente, como ella.
Y cuando se detiene a observarlas mientras avanzan, calmadamente, de rabo a cabeza, algo mágico sucede: se da cuenta que no son ovejas negras, son ovejas dueñas de un brillo único, el que aporta el amor propio, la empatía, la conciencia y la evolución psicoespiritual.
Autor: Ana Acosta Rodríguez