ERES MÁS GRANDE…
**Recuerda siempre que eres más grande que tus circunstancias, eres más que cualquier cosa que te pueda ocurrir.**
DESEO QUE TE CURES DE…
Deseo que te cures de lo que no le cuentas a nadie, de esos dolores que soportas en silencio, de las lágrimas que corren por tu rostro antes de dormir.
Deseo que te sanes de tus miedos, temores e inseguridades. De las incertidumbres que la vida te puso un día y que afrontas cada día al levantarte de la cama y seguir adelante.
Deseo que sanes, de esas heridas, decepciones y decepciones, que silenciaste, de las que nunca te quejaste, pero que aún sientes profundamente dentro de ti.
Deseo que te cures del pasado que aún te acompaña en las cicatrices emocionales que llevas sin quejarte. Que sanes de las excusas que nunca te dieron, del aprecio que no recibiste, del agradecimiento que no te dieron, del justo reconocimiento que no te ofrecieron, de todas las veces que mereciste recibir lo mejor y no te llegó.
Deseo que te cures de esos dolores que te tragaste, silenciaste, arrojaste dentro.
Deseo que te recuperes de todas las veces que dijiste que estabas «bien» cuando en realidad no estabas nada bien. De las veces que te tragaste el llanto, el enojo, la tristeza, la decepción y sonreíste, para que el mundo no viera tu dolor, o para que tu sonrisa pudiera hacer feliz a alguien.
Deseo que te cures de los sacrificios que has tenido que hacer, de la indiferencia que has recibido, de las cargas que has soportado. Que sanes de los momentos en los que te sentiste solo y creíste que nadie veía tus heridas ni reconocía tus acciones. Sólo Dios sabe.
Créanme, la vida ve, la vida corresponde, la vida sana. La sanación puede ser lenta, silenciosa, a veces difícil y no puede realizarse sola.
¡Pero sucede! La sanación es un proceso. Así como muchos te causan heridas que soportas en silencio, otros ayudan a sanar las heridas sin que te des cuenta.
Deseo que te cures: de todo lo que dices, de todo lo que no dices y de todo lo que atormenta. Y así es!! Te decreto sano/a.
Elena Sánchez
CUANDO SANAS, SANAS TU ENTORNO
TU VÍNCULO CON TUS HERMANOS, AMIGOS, PAREJA Y POR LOS QUE VIENEN DETRÁS DE TI, TUS HIJOS, TUS NIETOS
Sanar es un proceso de comenzar a darte cuenta de aquellos pensamientos, formas de hacer las cosas, creencias que ya no resuenan contigo, que te producen ansiedad o incluso hasta coraje, que las adoptaste en algún momento, pero que no son tuyas, sino que fueron impuestas y que las has hecho tuyas tomadas durante toda tu vida, pero que dentro de ti despiertan emociones negativas.
Para comenzar a sanar es necesario cuestionarte todo en tu vida, TODO, por qué haces lo qué haces, por qué piensas cómo piensas, por qué reaccionas de una u otra forma a ciertas situaciones, por qué dejas de hacer otras cosas, por qué tienes los amigos que tienes, por qué trabajas en lo que trabajas, por qué comes lo que comes.
Sanar es aprender a aceptarte, amarte con tus defectos y virtudes, abrazar tu cuerpo y saber que cada día tienes la posibilidad de ser y sentirte mejor contigo mismo.
Sanar es comenzar a ser honesto contigo mismo.
Sanar es poder ver en las caídas o en los “errores”, aquellos aprendizajes que nuestra alma necesitaba para seguir evolucionando y que nos han hecho más fuertes.
Sanar es perdonar y perdonarte por haberte equivocado, saber pedir perdón si es necesario e intentar hacer las cosas de una forma distinta.
Sanar es aprender a escuchar tu cuerpo, tu intuición y estar conectado con tu sabiduría interna, entender que nadie mejor que tú sabe lo que necesitas.
Sanar es cortar aquellas relaciones o situaciones que son tóxicas en tu vida, que en lugar de aportarle algo positivo, te quitan constantemente.
Sanar es hacer consciencia constantemente desde dónde hacemos las cosas: desde el coraje, la envidia, el miedo, el ego, la venganza o desde el amor, la compasión, la ganas de ayudar, la gratitud etc.
Sanar es entender que el universo es abundante, que hay para todos y en abundancia, que si puedes verlo en otros, tú también tienes la posibilidad de hacerlo o tenerlo.
Sanar es dejarte de poner en último lugar y ponerte en primero, para que entonces puedas dar y darte a los demás desde la abundancia y no desde la carencia.
Sanar es contactar con tus emociones más profundas, aceptarlas y no seguir guardándolas en el cuerpo, porque esto sólo ha hecho que tu cuerpo físico enferme.
Sanar es entender que siempre tienes la posibilidad de cambiar, de hacerlo diferente.
Sanar es aprender a “tomar” aquellas medicinas que sanan que nuestro cuerpo y nuestra alma, algunas veces vienen disfrazadas de personas que nos ayudan a ver cosas que nosotros no habíamos visto antes, otra veces vienen por medio de un libro, de maestros; otra veces vienen en forma de herramientas nuevas de hacer las cosas.
Pueden venir de distintos lugares y forma pero lo importante es aprender a recibirlos y estar DISPUESTO A SANAR.
Sanar es entender de dónde vienes y que lo has vivido ha sido parte de tu proceso de evolución y que el final de tu historia SÓLO DEPENDE DE TI.
SANAR ES UN PROCESO PERO CADA PEQUEÑO O GRAN CAMBIO, SE CONVIERTE EN UN REGALO PARA AQUELLOS QUE VIENEN DETRÁS DE NOSOTROS Y EN UNA GRAN SATISFACCIÓN QUE SE SIENTE EN EL CORAZÓN.