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El Desapego

El Desapego

Érase una vez un pájaro

14 septiembre, 2016

Érase una vez un pájaro, adornado, con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas.

En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observarse. Un día, una mujer lo vio y se enamoro de él.

Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo con completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.

Pero entonces pensó: Tal vez quiera conocer unas montañas distantes!! Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia de la capacidad de volar del pájaro.

Y se sintió sola. Y pensó: Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse.

El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.

Todos los días ella miraba al pájaro. Ahí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: eres una persona que lo tiene todo. Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía el pájaro y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.

Un buen día el pájaro murió. Ella se puso muy triste y no dejaba de pensar en el. Pero no recordaba la jaula, recordaba, solo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.

Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro, era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.

Sin el pájaro, su vida también perdió sentido y la muerte vino a llamar a su puerta. Por que has venido? le pregunto a la muerte.

Para que puedas volar de nuevo con el por el cielo,- Respondió la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más, sin embargo, ahora necesitas de mi para poderlo encontrar de nuevo.

El Desapego

Desapegarse de los Resultados

14 mayo, 2016

DESAPEGARSE DE LOS RESULTADOS

Esta Ley dice que para adquirir cualquier cosa en el universo físico es preciso renunciar al apego a esa misma cosa. Esto no quiere decir, que abandonemos la intención de crear nuestro deseo.

Abandonamos nuestro apego al resultado. Esta acción es muy poderosa. En el momento en que renunciemos al apego al resultado, combinando la intención apuntada con el desapego simultáneamente, tendremos todo lo que deseamos.

El apego se basa en el miedo y en la inseguridad, y la necesidad de seguridad se basa en la falta de conocimiento de nuestro Yo verdadero.

La búsqueda de la seguridad es una ilusión. La solución a esta necesidad humana se encuentra en la sabiduría de la inseguridad o de la incertidumbre.

La búsqueda de la seguridad y de la certidumbre no es más que un apego a lo conocido y lo conocido no es más que la cárcel del condicionamiento pasado.

La incertidumbre, por su parte, es el terreno fértil de la creatividad y la libertad puras, supone adentrarse en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia.

Lo desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre frescas, siempre nuevas, siempre abiertas a la creación de nuevas manifestaciones.

Sin incertidumbre y sin lo desconocido, la vida no sería más que la repetición trillada de recuerdos gastados. Nos volvemos víctimas del pasado, y nuestro verdugo de hoy es el yo que nos queda en el ayerLa fuente de la riqueza, de la abundancia, o de cualquier otra cosa en el mundo físico es el Yo.

Todo lo demás son símbolos (automóviles, casas, billetes) transitorios que van y que vienen. Perseguir los símbolos es como conformarse con un plano en lugar del terreno verdadero. Así se genera angustia; acabamos sintiéndonos huecos y vacíos, porque cambiamos nuestro Yo por los símbolos de nuestro Yo.

D/A

El Desapego

Cuando yo me vaya

11 mayo, 2016

Cuando yo me vaya, no quiero que llores,
quédate en silencio, sin decir palabras,
y vive recuerdos, reconforta el alma.

Cuando yo me duerma, respeta mi sueño,
por algo me duermo; por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada,
y casi en el aire, con paso muy fino,
búscame en mi casa,
búscame en mis libros,
búscame en mis cartas,
y entre los papeles que he escrito apurado.

Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco
y puedes usar todos mis zapatos.

Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama,
y cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate
y beberte el vino que dejé guardado.
Escucha ese tema que a mí me gustaba,
usa mi perfume y riega mis plantas.

Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima,
corre hacia el espacio, libera tu alma,
palpa la poesía, la música, el canto
y deja que el viento juegue con tu cara.
Besa bien la tierra, toma toda el agua
y aprende el idioma vivo de los pájaros.

Si me extrañas mucho, disimula el acto,
búscame en los niños, el café, la radio
y en el sitio ése donde me ocultaba.

No pronuncies nunca la palabra muerte.
A veces es más triste vivir olvidado
que morir mil veces y ser recordado.

Cuando yo me duerma,
no me lleves flores a una tumba amarga,
grita con la fuerza de toda tu entraña
que el mundo está vivo y sigue su marcha.

La llama encendida no se va a apagar
por el simple hecho de que no esté más.

Los hombres que “viven” no se mueren nunca,
se duermen de a ratos, de a ratos pequeños,
y el sueño infinito es sólo una excusa.

Cuando yo me vaya, extiende tu mano,
y estarás conmigo sellada en contacto,
y aunque no me veas,
y aunque no me palpes,
sabrás que por siempre estaré a tu lado.

Entonces, un día, sonriente y vibrante,
sabrás que volví para no marcharme.

Si te gusto comparartela.

D/A

El Desapego

El Apego

8 abril, 2016

EL APEGO

No hay que llenar vacíos, hay que habitar espacios.

Hay un capítulo de la vida llamado desapego. Es la cualidad que permite establecer con las personas, con las cosas y con las etapas de la vida una relación de autonomía, de autenticidad.

El desapego se relaciona con el abandono del ansia y del deseo, que, en la filosofía oriental, son consideradas generadores de dolor y sufrimiento.

No poder desapegarse de una persona, de un hábito, de una idea, de un objeto, lleva a establecer con ellos relaciones de posesión o de sumisión.

El apego es una actitud que nos deja encadenados al pasado, mientras tanto la vida continua sucediendo.

Niñez, adolescencia, madurez, vejez. Primavera, verano, otoño, invierno. Amanecer, día, atardecer, noche. Siembra, cosecha.
Nuestra existencia será más armónica si acompañamos esos ciclos naturales. Cuando así no ocurre, la vida no fluye, sus aguas se estancan.

El apego a una relación, a una costumbre, a un espacio, a una actividad, a una idea, a una práctica, puede llegar a ser tóxico o disfuncional.

El apego traba nuestro andar por la vida, carga nuestro equipaje con lo innecesario, nos impide escoger lo necesario.

El desapego es el arte de soltar.

Jorge Sinay

El Desapego

Deja el Pasado

2 marzo, 2016

Dos hombres iban caminando por el campo, al acercarse a un río se encontraron con una mujer que quería cruzar al otro lado, pero que no sabía como hacerlo, ya que no había ningún puente.

El primer hombre se ofreció amablemente: –Si quieres podemos llevarte en brazos hasta el otro lado del río; y ella aceptó agradecida su ayuda.

Así que los dos hombres entrelazaron sus manos, la levantaron y la llevaron hasta el otro lado del río.

Después de seguir sus caminos, uno de ellos de pronto se quejó amargamente; –¡Mira mi ropa! –dijo. –
Está toda sucia de barro por haber cruzado a esa mujer, la espalda me duele y me siento muy cansado.

El otro hombre simplemente sonrió y asintió con su cabeza.
Más adelante, el segundo hombre se quejó nuevamente, ya no puedo seguir adelante, me duele todo, todavía siento el esfuerzo, dijo.

El primer hombre miró a su compañero, que ya estaba en el suelo quejándose y le dijo:

–¿Te has preguntado por qué yo no me estoy quejando?, te lo diré: La espalda te duele, porque todavía estás llevando a la mujer en tus brazos, pero yo la bajé apenas cruzamos el río.

Así es como somos nosotros.
Llevamos las cargas del pasado sobre nuestros hombros.
Ponemos una caja llena de odios, frustraciones, resentimientos, envidias, celos y muchísimas cosas más que, con el pasar de los años, se hace más pesada, hasta que un día, como el hombre de la historia, nos duele hasta el alma por el tremendo esfuerzo.

El Desapego

El Apego

23 febrero, 2016

EL APEGO.

No hay que llenar vacíos, hay que habitar espacios. Hay un capítulo de la vida llamado desapego.

Es la cualidad que permite establecer con las personas, con las cosas y con las etapas de la vida una relación de autonomía, de autenticidad.

El desapego se relaciona con el abandono del ansia y del deseo, que, en la filosofía oriental, son consideradas generadores de dolor y sufrimiento.

No poder desapegarse de una persona, de un hábito, de una idea, de un objeto, lleva a establecer con ellos relaciones de posesión o de sumisión.

El apego es una actitud que nos deja encadenados al pasado, mientras tanto la vida continua sucediendo.

Niñez, adolescencia, madurez, vejez. Primavera, verano, otoño, invierno. Amanecer, día, atardecer, noche. Siembra, cosecha.

Nuestra existencia será más armónica si acompañamos esos ciclos naturales. Cuando así no ocurre, la vida no fluye, sus aguas se estancan.

El apego a una relación, a una costumbre, a un espacio, a una actividad, a una idea, a una práctica, puede llegar a ser tóxico o disfuncional.

El apego traba nuestro andar por la vida, carga nuestro equipaje con lo innecesario, nos impide escoger lo necesario.

El desapego es el arte de soltar. -Jorge Sinay-

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