Ningún encuentro es casual.
Cada persona con la que nos relacionamos nos deja algo de sí misma y se lleva algo de nosotros.
No todos los «maestros de la vida» se nos presentarán en túnicas blancas… cada una de nuestras experiencias tiene un propósito, pero hay algo que debemos de tener en cuenta…. somos nosotros los que decidimos qué hacemos o cómo aprovechamos cada una de esas experiencias que logramos al relacionarnos con los demás.
La «escuela de la vida» tiene lecciones fáciles y otras difíciles, pero todas, absolutamente todas, si las aprendemos y las superamos, nos permiten pasar al siguiente nivel.