Reflexiones

No se en que dìa estamos

6 julio, 2015


No se en que dìa estamos. 

En esta casa no hay calendarios y en mi memoria loshechos estan vueltos maraña. 

Me acuerdo de aquellos calendarios grandes, unos primores, ilustrados con imagenes de los santos, que colgabamos al ladodel tocador… pero ya no hay nada de eso, todas las cosas antiguas han idodesapareciendo. Y yo, yo tambièn me fui borrando sin que nadie se diera cuenta.

Primero me cambiaron de alcoba, pues la familia creciò. Despuès me pasaron a
otra mas pequeña aùn, acompañada de mis biznietas. Ahora ocupo el desvàn, el que esta en el patio de atràs.  

Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvido, y todas las noches por alli se cuela un airecito helado queaumenta mis dolores reumàticos.

Desde hace mucho tiempo tenia intenciones de escribir, pero me pasaba semanas buscando un làpiz y, cuando al fin lo encontraba, yo misma volvìa a olvidar dondel o habìa puesto. A mis años, las cosas se pierden fàcilmente; claro que es unaenfermedad de ellas, de las cosas, porque estoy segura de tenerlas, pero siemprese desaparecen.

La otra tarde caí en cuenta de que mi voz tambien ha desaparecido.  Cuando les
hablo a mis nietos o a mis hijos, no me contestan.  Todos hablan sin mirarme, comosi yo no estuviera con ellos escuchando atenta lo que dicen.

A veces intervengo en la conversaciòn, segura de que lo que voy a decirles no se leha ocurrido a ninguno y les van a servir de mucho mis consejos.

Pero no me oyen, no me miran, no me responden. Entonces llena de tristeza, me
retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar la taza de cafè. Lo hago asì, de pronto,para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta que me hanofendido y vengan a buscarme y me pidan perdòn. Pero nadie viene.

El otro dia les dije que cuando me muriera entonces si me iban a extrañar.

El nieto mas pequeño dijo: «¿Y es que estas viva, abuela?…» Les cayò tan en gracia,que no paraban de reir. Tres días estuve llorando en mi cuarto, hasta que unamañana entro uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni los buenosdìas me dio.
Fue entonces cuando me convenci de que soy invisible, me paro en medio de la
sala para ver si aunque sea estorbo, me miran, pero mi hija sigue barriendo sin
tocarme, los niños corren a mi alrededor, de uno a otro lado, sin tropezar conmigo.
Cuando mi yerno se enfermo, tuve la oportunidad de serle util; le lleve un tè especialque yo misma preparè. Se lo puse en la mesita y me sentè a esperar que se lo tomara.
Sólo que estaba viendo televisiòn y ni un parpadeo me indico que se daba cuenta demi presencia. El té poco a poco se fue enfriando. Mi corazòn tambièn.

Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al dia siguiente nos
iriamos todos el dia de campo. ¡Me puse muy contenta! ¡Hacia tanto tiempo que nosalia y menos al campo! El sàbado fui la primera en levantarme. Quise arreglar lascosas con calma. Los viejos nos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, asi que metome mi tiempo para no retrasarlos. Al rato entraban y salian de la casa corriendo yechaban las bolsas y juguetes al carro. Yo ya estaba lista y muy alegre me pare enel  zaguàn a esperarlos…
Cuando arrancaron y el auto desapareciò envuelto en bullicio, comprendi que yo noestaba invitada, tal vez porque no cabia en el auto o porque mis pasos tan lentosimpedirian que todos los demàs corretearan a su gusto por el bosque.  Senti claritocomo mi corazòn se encogiò, la barbilla me temblaba como cuando uno no aguantalas ganas de llorar.
Vivo con mi familia y cada dia me hago mas vieja, pero cosa curiosa, ya no cumploaños. Nadie lo recuerda. Todos estan tan ocupados…Yo los entiendo, ellos si hacencosas importantes. Rien, gritan, sueñan, lloran,  se abrazan, se besan. Y yo no sé aque saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos; era un gusto enorme el queme daba tenerlos en mis brazos, como si fueran mios. Sentia su piel tiernita y surespiraciòn dulzona muy cerca de mi. La vida nueva se me metia como un soplo yhasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca crei recordar. Pero un diami nieta Laura, que acababa de tener un bebè, dijo  que no era bueno que losancianos besaran a los niños por cuestiones de salud. Ya no me acerque màs, no
fuera a ser que les pasarà algo malo por mis imprudencias. !Tengo tanto miedo decontagiarlos!
Yo los bendigo a todos y les perdono, porque: ¿Que culpa tienen los  pobres de queyo me haya vuelto invisible?
De la web

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