ACOSTÚMBRATE A PROYECTAR TU GENEROSIDAD COMO UN SERVICIO – Dr.Wayne Dyer
En este mundo todos vivimos con otras personas; nuestros encuentros y relaciones con ellas constituyen un componente fundamental de nuestra vida e influyen sobre nosotros mismos y los demás. «Servicio» es una palabra en la que no solemos pensar como parte de nuestra forma de ser en las relaciones corrientes.
Pero lo cierto es que el servicio a los demás no puede separarse de las relaciones. Todos nos beneficiaremos de asumir esto como una actividad consciente de nuestras vidas cotidianas en relación con Dios, con nuestros semejantes, nuestro entorno y nosotros mismos.
Millones de fibras nos conectan con nuestros semejantes y, a través de ellas, estamos conectados con todos los seres humanos que habitan nuestro planeta.
Al cultivar una actitud de gratitud y generosidad, descubrirás que deseas ser útil a los demás. Te parecerá entonces natural extender también hacia los demás aquello que recibes y ponerlo a su disposición.
Si recibes una gran enseñanza, querrás enseñarla a los demás. Si recibes amor, desearás proyectar ese amor incondicionalmente haciael exterior. Percibirás automáticamente tus relaciones como dones para ponerlos al servicio de otros.
Al contemplar el propósito de tu vida en el plano material, descubrirás que lo único que puedes hacer con esta vida es entregarla.
No puedes aferrarte a nada en un universo que cambia constantemente.
No puedes establecer derechos sobre nada. Todo es transitorio. La única parte de ti mismo que es permanente, aquella que no cambia, es la esencia espiritual que reside en una dimensión invisible.
Encontrarás un propósito y fortaleza cuando veas que estás relacionado con todos los otros seres vivos, y tendrás un propósito y te sentirás en paz contigo mismo cuando sirvas a los demás en alguna medida.
El propósito mismo de la manifestación es el de servir más plenamente y dejar atrás el engreimiento dominado por el ego. Tu bienestar, que es el propósito de la práctica de la manifestación, se halla genuina e inextricablemente conectado con las vidas y el bienestar de otros. Esencialmente, tus intereses son inseparables de los intereses de los demás.
Es este reconocimiento de nuestra interconexión fundamental lo que nos permite darnos cuenta de que todos estamos en una constante situación de servicio los unos con los otros. Es esta conciencia la que queremos mantener como la más importante en nuestra mente, a medida que generamos este principio de la manifestación espiritual.
El servicio es la opción que tenemos cada uno de nosotros de mostrar una actitud útil y curativa a otros, así como a nosotros mismos. Una de las consecuencias naturales de sentirse agradecido por las manifestaciones de nuestra vida cotidiana es là de experimentar la inclinación a ser generoso. La gratitud, la generosidad y una actitud servicial, tomados como nuestro propósito, constituyen los valores fundamentales de este último principio.
Al asumir el servicio a los demás como uno de los propósitos de tu vida y dejar atrás el engreimiento, descubres la ironía de la manifestación. Cuanto más decidas ponerte al servicio de los demás, tanto más profundamente experimentarás amor incondicional y tantas más cosas verás materializarse en tu vida.
El servicio debe verse como un centro de atención en tu vida, no como algo que se ve limitado a ciertas clases de actividades de dar y compartir. El servicio es un estado de la mente que expresa amor, antes que temor, y confianza antes que desconfianza. Y que hace que veamos a los demás como iguales con los que compartimos una identidad espiritual. Esta actitud interior de amor se manifiesta en tus actos.
Al aceptar un compromiso para dar una conferencia, deseo ser amor y compartir generosamente lo que se me ha dado. He descubierto que, cuando me dispongo a dirigirme a un público numeroso, la mejor forma de salir de mi ego, que está centrado en sus propias recompensas, como el aplauso, el ganar dinero y el recibir premios, consiste en meditar durante una hora antes de la conferencia. El mantra que repito durante mis meditaciones es: «¿Cómo puedo ayudar a los demás?». Me repito una y otra vez estas palabras hasta que se funden para formar una pacífica actitud interior. Luego, cuando me dispongo a pronunciar la conferencia, centro toda mi atención en servir y no me veo atrapado por mi ego. En este estado mental, disfruto de una guía amorosa que me ayuda a servir a todos aquellos que forman parte del público.
Que sirvas a los demás no significa que tengas que convertirte en una madre Teresa. Servirás a los demás dejando el ego en suspenso y extendiendo el amor que ahora Llena ese espacio. Puede adoptar un millón de formas diferentes, pero cuando se practica con autenticidad, desde el corazón, hace que merezca la pena todo lo que se ha manifestado en tu vida.
Sólo encontrarás dificultades para adoptar esta actitud de servir a los demás en tu vida si lo haces sin amor. En el momento en que impongas una condición a tu servicio, o que pidas algo a cambio, o que esperes que tu ofrecimiento sirva para que te lo devuelvan, acompañado por la apropiada respuesta de agradecimiento, introduces un elemento condicional, antes que un amor incondicional. La imposición de una condición hace entonces que el servicio esté vacío.
Si vas a servir a otro, pregúntate si puedes amar al ser humano al que quieres servir. Si no puedes, no entregues nada sin amor y limítate a pasar y a enviarle una bendición silenciosa. Si tienes la sensación de que alguien pide limosna inducido simplemente por la pereza o el deseo de evitar el trabajo, y sientes eso en el fondo de tu corazón, no le des nada. El servicio sin amor es obligación, y lleva consigo culpabilidad, cólera y resentimiento. Trabaja para alcanzar un estado de amor incondicional en tus esfuerzos por ser útil a los demás, y si no percibieras auténtico amor, reconócelo también así.
Dr Wayne Dyer