EL PRECIOSO SILENCIO ENTRE NOSOTROS .
A veces hablamos no porque tengamos algo importante o espontáneo que decir, ni siquiera porque queramos hablar, sino porque nos sentimos incómodos, nerviosos, ansiosos por no hablar.
Hablamos para evitar el vacío, para distraernos de la ausencia extraordinaria que hay en el corazón de la vida. Muchas personas en el mundo moderno sienten que los breves momentos de silencio en una conversación son hasta bochornosos, incómodos, incluso vergonzosos.
No tiene por qué ser así. En algunas culturas nativas americanas, es habitual esperar hasta varios minutos antes de responder una pregunta o tomar su turno dentro de una conversación.
Responder demasiado pronto es considerado como grosero. Obviamente [al responder precipitadamente] no se ha escuchado lo que la otra persona está diciendo. Así que… Baja tu ritmo, amigo. Sal de tu cabeza y pon atención a tu cuerpo.
Tómate unos minutos para sentir tus sentimientos durante una conversación. ¡Permítete percibir la incomodidad del silencio si es lo que hay! ¡No pasa nada! Es solo una sensación, no te hará daño, y el silencio la acogerá de todos modos. Arriésgate a que el otro perciba tu sentir incómodo o a que piense que eres aburrido o raro. ¡Oye, al menos estás siendo real! Al menos no te estás escondiendo detrás de un muro de palabras. Al menos estás tratando de conectar de una manera mucho más profunda. Al menos tienes el valor de sentir y no distraerte. Permite que haya un poco de espacio en tus conversaciones de hoy. Escucha. Espera. Responde desde la presencia. Deja que la conversación respire. Recuerda, nuestras conexiones más profundas siempre ocurren en silencio. Observa a una madre meciendo a su bebé a la hora de dormir, a dos viejos amigos o amantes, o un simple paseo por la naturaleza. Las palabras, en realidad, no son necesarias para sentirnos, para conocernos, para comprendernos profundamente los unos a los otros. –
Jeff Foster
