Crecimiento Personal

Hay palabras que duelen

10 mayo, 2014

 

Las palabras pueden convertirse en cuchillos hirientes que brotan de nuestras bocas.

Una palabra “dicha” es una flecha lanzada al aire que llegará a su destino… aunque al instante nos arrepentimos de haberla pronunciado.

Los insultos son una forma de abuso verbal, pero no todo insulto es abuso verbal.

Decir unas cuantas malas palabras universales (de esas que le dirías a cualquier persona con la que te enojas) no es abuso verbal, aunque no deja de ser una conducta agresiva que es mejor evitar.

¿Qué es abusar? Según la RAE, el abuso es un uso indebido, injusto o excesivo.

“Abusar” implica maltratar a algo o alguien. ABUSAR está conformado por la preposición “ab” (que significa rechazo, repulsión, alejamiento, exceso, superación) y el verbo latín “usare” (que denota servirse o hacer uso).

¿Qué es el abuso verbal? Cuando hablamos de abuso verbal, hablamos de una serie de conductas que tienden a minimizar a una persona. Cuando las palabras son abusivas, se convierten en un ataque que arruina la autoestima de quien recibe las palabras.

Hay muchas formas de ser abusado verbalmente. Una gran escritora llamada Patricia Evans, ha desarrollado en su libro “El abuso verbal” distintas categorías en las que se enmascara el abuso verbal. Algunas de ellas son: Minimizar o excusarse sobre lo dicho Amenazar con divorciarse o irse Insultos permanentes y constantes Negación de lo dicho Las constantes peleas sin motivo, los insultos verbales, las risas burlonas, el sarcasmo, las palabras hirientes o los comentarios invasivos son muestras del abuso verbal. Pertenecen a situaciones de violencia que la pareja debería identificar para poder comunicarse en otros términos. No todos los abusadores tienen cara de lobo feroz, sino que, al contrario, mantienen su aspecto de corderitos frente a la sociedad. Recordemos, sin embargo que el abusador se transforma en agresor porque primero ha sido víctima, y que es una persona que necesita apoyo profesional. Ellos, al igual que tú, merecen sanar sus heridas.
© Autor: Chuchi González.

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