PONTE MIS ZAPATOS
Ponte mis zapatos, así entenderás por qué me duelen algunos paisajes y por qué no hago escala en algunas personas que se creen ciudades, y no llegan ni al primer piso.
Anda, anda… Y conversa un rato con la nada, hasta que te tiemblen las piernas y te escuezan las horas que no avanzan, mientras todo el mundo te adelanta.
Ponte mis zapatos, así entenderás de dónde salen las fuerzas, de dónde nacen las alas, por qué secuestro nostalgias y echo sueños a volar.
Sigue, que queda lo más divertido del camino: los atajos que confunden, las piedras que te frenan y las voces que distraen.
Respira mi aire, empaqueta las cajas de todas mis mudanzas, de todo lo que tuve que dejar ir, sin querer hacerlo, de regalar lo que no era mio, sino de mis seres amados que habían partido, siente el amor que he recibido, el desamor que me calló, vive mi alegría intermitente y detente cuando el dolor te apriete el alma.
Y ahí, justo después del kilómetro 20; siéntate, quítate mis zapatos, suspira, sonríe, mira al cielo o al suelo… Y si tienes bolas, me juzgas.
GES