Me gusta la gente noble
Me gusta la gente noble y humilde que no se cree más que nadie, que promueve a través de sus acciones la importancia de conocer las propias limitaciones y de no hacer un alarde innecesario de virtudes y bondades.
La gente noble huye de la humildad falsa y afectada, del “yo lo hago todo mejor”, del orgullo narcisista y del egoísmo desmesurado.
Y es que el contoneo de aquellas personas con aires de superioridad resulta tan insoportable como despreciable.
Así que, hablar mucho y presumir en demasía y con altanería de lo que uno tiene y de lo que uno hace, suele ser el reflejo de algún tipo de carencia, vacío o descontento con la vida de uno mismo.
O sea, lo que habitualmente expresamos con aquello de “mucho ruido y pocas nueces”.
Dime de qué presumes y te diré de qué careces
Las personas completas son las mejores porque no tienen necesidad de competir o de tener razón. Tampoco les hace falta aparentar o mentir, pues lo que son se muestra en sus actos, en su templanza y en su saber estar.
Por eso la humildad tiene como base el respeto a los demás y la amabilidad. Este es el trasfondo de las miradas sinceras, artífices de estos sentimientos que nacen del corazón.