SEMILLAS DE AMOR
Igual que la semilla antes de germinar, el ser humano permanece inconsciente de su destino, tan solo puede soñar, intentando ser lo que quiere, en lucha con el sueño que quieren los demás.
Cuando la semilla está madura rompe su cáscara de seguridad, entregándose a su propio desarrollo, sólo entonces se deja de soñar, encontrando su Verdad que está dimensionada o codificada en su propio interior.
Así somos los seres humanos, cuando están hartos del sueño de búsqueda de placer y seguridad, que irremediablemente le conduce al dolor y a la muerte, se rebela contra su propia ilusión y rompe su propio sueño para encontrar su Verdad, como la semilla rompe su cáscara para encontrar la suya.
Nuestra realidad que es nuestro destino verdadero, no podemos buscarla fuera de nosotros mismos, ni muchos menos encontrarla imitando a otros, porque cada ser humano es una Semilla Divina y cada uno encierra una Fuerza y un Poder único.
Igual que la semilla se desarrolla desde su propio interior y se descubre en la misma medida que se va entregando, así cada uno de nosotros se descubre a sí mismo.