Son muchas las situaciones que le causan dolor al ser humano.
Algunas de ellas nos hacen perder la dirección y las ganas de vivir, haciendo que nos enfrentemos al dolor, a la apatía, a la indolencia, al desánimo y hasta a la depresión.
Lo más importante, en esos momentos, es recordar que podemos caer y experimentar la pérdida temporal del sentido y la dirección que llevaba nuestra vida… pero luego, tenemos que reunir la fortaleza, el valor y la determinación que nos haga falta para levantarnos y comenzar de nuevo.
La mayoría de las veces el dolor y la afectación que sentimos nos impide tener la claridad mental necesaria para analizar la situación con objetividad y ver un poco más allá para descubrir la solución. Por esta razón, es importante abrirnos a la sugerencia o al comentario positivo que nos haga un buen amigo, esa persona que nos quiere incondicionalmente y que tiene la serenidad y la claridad mental, por encontrarse afuera de la situación, para percibir la posible salida o respuesta que tanto necesitamos.
Ábrete al proceso de aprender y sanar, date el tiempo suficiente para reconocer cuál es la lección pendiente por aprender. Cuando no lo hacemos, el dolor se convierte en rabia, resentimiento, tristeza profunda, desánimo, rebeldía o depresión. Construye una vida nueva y mejor, con dignidad, valor, responsabilidad, alegría, fuerza y fe. No olvides que son los momentos difíciles los que más nos enseñan. ¡Superarlos y usarlos como un trampolín para impulsarnos hará la diferencia!
D/A
Muy cierto pero la vida sigue a un que de repente uno se sienta solo o sola la vida sigue y en comendarnos a dios
Bella reflexión