Había una vez un granjero que descubrió que había perdido su reloj en
una tienda.
No era un reloj normal, ya que tenía un gran valor
sentimental para él.
Después de buscar durante un largo rato, se dio por vencido y pidió la
ayuda de un grupo de niños que juegan fuera de la tienda.
Les prometió
que la persona que lo encontrara sería recompensada.
Al oír esto, los niños corrieron dentro de la tienda, buscaron
agitadamente, pero no pudieron encontrar el reloj.
Justo cuando el agricultor estaba a punto de darse por vencido en la búsqueda de su
reloj, un niño se acercó a él y le pidió le diera otra oportunidad.
El granjero lo miró y pensó: “¿Por qué no? Después de todo, este chico
parece bastante sincero”.
Así que el granjero envió al pequeño niño de nuevo a la tienda.
Después de un rato, el niño salió con el reloj en la mano. El granjero
estaba a la vez feliz y sorprendido, por lo que le preguntó al chico
cómo él tuvo éxito donde los demás habían fracasado.
El muchacho respondió: “Yo no hice nada más que sentarme en el suelo y
escuchar. En el silencio, oí el tictac del reloj y simplemente busqué
en esa dirección”.
Moraleja de la historia:
Una mente en paz puede pensar mejor que una mente agitada y sobre
trabajada.
Dale a tu mente unos minutos de silencio todos los días, y
verás cómo, gradualmente tu vida tomará el rumbo correcto.
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