Reconcíliate con tu pasado, ha sido tu mejor aliado para traerte hasta aquí.
Reconcíliate con tu dolor y tus viejas heridas, ellas te avisan que es hora de seguir adelante sin ellas.
Reconcíliate con tus cargas y responsabilidades, si no fuera por ellas no sabrías cuánto eres capaz de resistir.
Reconcíliate y abraza todos tus miedos, el miedo aparece ante la supuesta falta de amor y tus miedos te están pidiendo a gritos que los ames para que desaparezcan.
Reconcíliate y perdona a la mujer en ti; eres hijo de alguna mujer y esa mujer tiene que ser maravillosa porque tu lo eres.
Reconcíliate con el hombre en ti; eres hijo de un Gran Padre y tu amor es prueba de tu origen.
Reconcíliate con el cielo y la tierra en ti; bendice y abraza tus cielos y tus infiernos internos porque son tu propia creación y tu eres bendito.
Reconciliate contigo, perdonate, ámate y bendícete a ti mismo por todo lo que eres y todo lo que estás por ser.
Eres la única persona con la que puedes contar toda tu vida, no tienes a nadie más, si no te tienes a ti mismo.
Abrázate fuerte y susurra en tu propio oído: «lo siento mucho, perdón, te amo, gracias».
Lo mereces y lo necesitas, pero sobretodo, es lo menos que puedes hacer por ti que eres tan grande y tan maravilloso.
GES